Aliméntate diariamente con la Palabra de Dios
El dueño le preguntó: ¿Tiene un espejo? A los loros les encantan los espejos. Se ven a sí mismos y empiezan a conversar. Así que la mujer le compró el espejo. Pero volvió al día siguiente, pues el pájaro seguía sin hablar.
¿Por qué no le lleva una escalerita? A los loros les encanta subir y bajar la escalera, y un loro contento está más dispuesto a hablar. La mujer compró la escalerita. Sin embargo, volvió al día siguiente; el loro seguía sin hablar.
¿Le ha puesto un columpio? Si no, ése es el problema. Con el columpio se relaja y se pone a hablar como loco. No muy convencida, la mujer compró el columpio y se fue. Al entrar en la tienda al día siguiente, podía verse que le había cambiado el semblante. Se me murió el loro, dijo. El dueño de la tienda no daba crédito.
No sabe cuánto lo siento. Pero dígame una cosa, ¿llegó a decir algo? Sí, dijo algo justo antes de morir respMoraleja:
Puedes pasarte la vida mirándote al espejo, cuidando de tu apariencia; o subiendo escalones, preocupándote de avanzar tu carrera; o en columpios, tratando de divertirte lo más que puedas; y sin embargo, morirte de hambre espiritual.
Teresa de Calcuta decía que los casos más difíciles con los que trataba en Calcuta eran las personas que habían perdido totalmente el apetito, o que estaban tan enfermas que no podían alimentarse o digerir comida.
¡Morirás espiritualmente si no te alimentas a diario de la Palabra de Dios!
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